Obsesión Mortal: El Pacto de Valentina y Danitza
Valentina siempre había sido una chica reservada, de esas que pasan desapercibidas entre los pasillos de la escuela, con una mirada que rara vez se cruzaba con la de los demás. Pero había algo en ella, un secreto oscuro que nadie podría haber imaginado. Su obsesión por Danitza, la chica más popular de la escuela, había cruzado un límite peligroso.
Danitza, con su voz dulce y su sonrisa encantadora, era la presidenta del consejo estudiantil y el centro de atención de todos. Valentina la observaba desde lejos, con una mezcla de admiración y un celo enfermizo que la consumía por dentro. Cada vez que veía a Danitza rodeada de admiradores, algo se retorcía en su interior, y esa sensación la llevaba a cometer actos atroces.
La escuela había comenzado a notar la desaparición de algunos estudiantes, pero nadie sospechaba de la callada Valentina. Ella, con una frialdad perturbadora, se encargaba de eliminar a cualquiera que considerara una amenaza para su amor no correspondido.
Un día, como si nada hubiera pasado, Danitza se acercó a Valentina con su típica amabilidad. "Es raro, ¿no crees? Algunas personas andan desapareciendo", comentó con una voz que parecía preocupada. Valentina, cuyo corazón latía con fuerza, apenas pudo responder con un "bien, ¿y tú?".
Danitza, ajena al peligro que corría, invitó a Valentina a acompañarla al salón de clases. Valentina, con el corazón desbocado, aceptó la invitación, sin saber que sería la última vez que Danitza caminaría libremente por los pasillos de la escuela.
Al día siguiente, Valentina observó cómo Danitza conversaba con un chico y una chica. La ira y los celos la consumieron, y en un acto impulsivo, Valentina sacó su arma y acabó con la vida de los dos estudiantes. Luego, con una calma perturbadora, se acercó a Danitza y le ofreció unas pastillas para el dolor de cabeza.
Danitza, confiando en su compañera de escuela, aceptó las pastillas y cayó desmayada en los brazos de Valentina. La acosadora la llevó a su casa y la encerró en el sótano. Al despertar, Danitza encontró a Valentina declarándole su amor. En un giro inesperado, Danitza respondió con una ternura que ocultaba su verdadera intención. "A mí también, bebota", dijo antes de besarla con lengua, sellando un pacto tácito de silencio y complicidad que nadie más en la escuela llegaría a comprender.
La historia de Valentina y Danitza se convirtió en un susurro entre los pasillos, una leyenda urbana que algunos contaban con miedo y otros con una morbosa curiosidad. La acosadora asesina y su presa, ahora convertida en su cómplice, vivían en un mundo aparte, donde el amor se entrelazaba con la locura y el crimen. Y mientras la escuela seguía su rutina, el misterio de las desapariciones quedaba sin resolver, oculto en la oscuridad del sótano de Valentina.