"El Susurro del Corazón"
Abigail caminaba por el pasillo, cada paso resonaba con una mezcla de ira y humillación. La soda aún goteaba por sus cabellos y los dulces pegajosos adornaban su ropa como una cruel parodia de confeti. Justo cuando las lágrimas amenazaban con escapar de sus ojos, sintió una mano sobre su hombro. Era Dayra, con su suave voz que parecía tener el poder de calmar las tormentas más violentas.
"Todo va a estar bien, Abigail," le susurró Dayra, y antes de que Abigail pudiera contenerse, sus labios se encontraron en un beso apasionado y posesivo. "Tú eres solo mía," susurró Abigail entre el beso, sus palabras mezclándose con la respiración de Dayra.
Dayra simplemente asintió, aceptando la afirmación con una tranquilidad que contrastaba con la intensidad del momento. "Está bien," respondió, y se separaron, dejando en el aire la promesa de algo más.
Abigail regresó a su salón, su corazón latiendo con fuerza, pero lo que encontró la dejó helada. Sus compañeros de clase, con su diario en manos, se reían a carcajadas mientras uno de ellos leía en voz alta sus más íntimas confesiones. Las palabras "quiero tener hijos con Dayra" resonaron en el aula como un eco burlón.
La furia tomó el control de Abigail. Las maldiciones brotaron de su boca como un río desbordado, pero sus compañeros apenas le prestaron atención, hasta que Dayra entró y escuchó el torrente de insultos.
"¿Qué pasó?" preguntó Dayra, su serenidad habitual perturbada por la escena caótica.
Ariel, la mejor amiga de Abigail, le explicó la situación, y aunque Dayra mantenía su compostura, la noticia de que alguien la acosaba claramente la afectó. "No hay que tratar a alguien mal por eso," dijo Dayra, pero Ariel no parecía convencida.
"Pero ella quería ser tu novia," insistió Ariel. "Y tú... tú prefieres a los hombres. Además, estabas saliendo con Adrián."
Dayra tomó una respiración profunda, y con su voz suave, reveló su verdad: "Yo y Adrián terminamos, y no, no me gustan las mujeres... en mi mente y en mi corazón, yo amo a Abigail. La amo."
Las palabras de Dayra se disolvieron en el aire, dejando una estela de asombro y murmullos entre los presentes. Abigail, desde la distancia, escuchaba, cada palabra de Dayra grabándose en su corazón.
Después de clases, Abigail tomó una decisión. Con dedos temblorosos, escribió una carta para Dayra. "¿Quieres ser mi novia?" decía, y cuando Dayra leyó la nota, simplemente asintió con la cabeza. Así comenzó su relación secreta.
Pero Dayra tenía sus propios planes. Le entregó a Abigail una carta que decía: "Ven a un salón sola. Voy a decirte algo con mi voz suave, algo súper bonito, mi bombón. Ven al salón."
Y así, con el corazón lleno de esperanza y nerviosismo, Abigail se dirigió al salón indicado, preguntándose qué dulces palabras le susurraría Dayra esta vez.