El silencio cayó en la estancia como una manta pesada, cargada de incertidumbre y expectativas. La Reina Elfar, cuya belleza era tan majestuosa como el antiguo bosque que gobernaba, se acercó a Cristal con un aura casi celestial. Sus labios se posaron suavemente sobre la frente de Cristal, y en ese instante, un destello de luz se desprendió de ellas, tan luminoso que parecía capturar la esencia misma de la vida.
A su lado, la Reina Dragona, imponente y regia con escamas que reflejaban la paleta de fuego del amanecer, inclinó su cabeza masiva para depositar un beso en la coronilla de la joven humana. El calor de su aliento envolvió a Cristal, y el poder que emanaba del gesto resonó con un potencial indomable.
Estas acciones no eran meramente simbólicas; eran antiguos ritos concebidos para engendrar vida a través de un profundo enlace mágico. Sin embargo, la tensión se palpaba en el aire cuando la Reina Vampira, con su elegancia gélida y un celo que trascendía milenios, avanzó con la gracia depredadora que le era característica.
Miró a Cristal con ojos que brillaban de un rojo intenso, reflejando un torbellino de emociones. Era evidente que la idea de compartir a la humana con el resto no le agradaba en absoluto. "Cristal," empezó con voz que era como un susurro que se colaba por cada rincón del lugar, "la eternidad puede ser una bendición o una maldición, y en mi compañía solo conocerías la primera. Tú y yo podríamos reinar juntas, con el poder de la noche a nuestros pies."
Las demás criaturas observaban en silencio, respetando el poder y la antigüedad de la Reina Vampira, pero conscientes también de la promesa que Cristal representaba para todas ellas. No solo era un puente para la concepción de una nueva vida, sino también el símbolo de una unión más profunda entre los diferentes reinos.
Cristal, con el respeto que le inspiraba la presencia de estas poderosas criaturas, se puso de pie. Su corazón latía con fuerza, consciente de la magnitud de lo que se estaba proponiendo. "Mi voluntad es mía," afirmó, encontrando una fuerza que no sabía que tenía. "Y mi vida, sea o no la llave para el futuro de sus razas, es un camino que deseo elegir libremente. Estoy dispuesta a conocer más de su mundo, de sus vidas, y a contribuir a la paz entre nuestros pueblos, pero no seré propiedad de nadie."
La Reina Vampira retrocedió, su mirada aún intensa, pero un nuevo brillo de respeto apareció en sus ojos. "Entonces que así sea," concedió finalmente. "Aprenderás de nosotros, y nosotros de ti. Y con el tiempo, tal vez ese puente que representas nazca de la elección y no de la necesidad."
Las demás criaturas asintieron, reconociendo la sabiduría en las palabras de Cristal. La Reina Elfar y la Reina Dragona compartieron una mirada de entendimiento y se apartaron para darle espacio a la joven. Era un nuevo comienzo, no solo para Cristal sino para todos los seres que compartían ese momento.
Y así, en un mundo donde lo mágico y lo misterioso se entrelazaban con la realidad, Cristal emprendió una jornada de descubrimiento y crecimiento, donde la libertad de elegir formaba las raíces de una alianza que podía cambiar el futuro de muchos mundos. Cada paso adelante era un paso hacia un destino compartido, guiado por la esperanza, el respeto y la promesa de lo que aún estaba por venir.
Cristal aún trataba de entender cómo había llegado a esa situación. Un instante antes estaba contemplando las ruinas de su hogar, y al siguiente, el mundo giraba sobre su cabeza, desplomándose en un velo oscuro que amenazó con tragársela entera. Al abrir los ojos, una luz cegadora la obligó a entrecerrarlos. Parpadeó rápidamente, intentando aclimatar su visión. Cuando pudo ver con claridad, se encontró en una especie de cámara cristalina rodeada de las más diversas criaturas femeninas que, hasta el día de hoy, solo creía que existían en los cuentos de hadas y leyendas antiguas.
Elfas de orejas puntiagudas y ojos que parecían contener la profundidad de los bosques; Dríadas cuya piel parecía hecha de la misma corteza de los árboles a los que estaban ligadas; Ninfas cuyos cabellos fluían como cascadas de agua vivas y vibrantes. Y más allá, las siluetas imponentes de las Dragonas, cuyas narices humeaban al oler la presencia de la humana entre ellas.
Las criaturas susurraban entre sí, contemplando a Cristal con una mezcla de curiosidad y emoción. Eran bellas más allá de lo imaginado, cada una con rasgos que las hacían únicas, pero unidas por la fascinación hacia la joven de cabellos blancos como la luna.
Una Elfa se adelantó con delicadeza, su paso grácil hacía que pareciera flotar más que caminar. Se detuvo frente a Cristal y con una voz etérea habló: "Despierta, doncella humana. Eres la invitada de honor en nuestra congregación. Te llamamos Cristal, y tu existencia entre nosotras es más que un presagio; es el comienzo de una nueva era. "
Cristal, confundida y aturdida, intentó levantarse, pero una suave mano la instó a permanecer acostada. "No temas", añadió la Elfa, "Aquí no aspiramos a hacerte daño. Somos sabias en antiguas magias y poderes, pero lo que nos ha sido negado es la gracia de concebir vida sin la esencia de tu mundo. Tú nos brindas un puente hacia esa posibilidad."
Fue entonces cuando una Mujer Lobo, de pelaje oscuro y mirada incisiva, se adelantó con un aire de protección y dijo: "Nosotras, las lobas, honramos la fortaleza y la libertad. No te obligaremos a nada, pero tu presencia aquí podría ser clave". para la supervivencia de muchas."
Una Vampira, cuya piel pálida se asemejaba a la de Cristal, compartió una sonrisa llena de misterio. "La vida entre nosotros no carece de maravillas", murmuró. "Y tú, Cristal, podrías encontrar más de lo que jamás imaginaste."
Mientras las palabras fluían hacia ella, Cristal sintió un cambio sutil en su interior. La posibilidad de ser madre de una nueva simbiosis entre razas era tanto una carga como un honor, y aunque su espíritu se rebelaba contra la idea de ser simplemente un medio para un fin, también era parte de ella anhelar la aventura y la pertenencia.
Cristal finalmente se sentó, sus ojos de diamante explorando la multitud de rostros expectantes. "No sé qué destino me ha traído hasta aquí, ni qué papel debo jugar en tu visión del futuro", dijo con voz firme. "Pero una cosa es segura, no soy una mera llave para vuestra supervivencia. Si permanecerá entre ustedes, será como su igual y compañera, no como un mero vaso."
Las criaturas presentes intercambian miradas, algunas con asombro, otras con un respeto recién nacido. Las Dragonas resoplaron, dejando escapar volutas de humo, iluminadas por la llama de un nuevo entendimiento.
la elfar reina y reina dragon besaron a cristal para que ella que embarazada, pero la reina vampira de celos queria a cristal solo para ella
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